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ENRICH

Ciudad: Madrid. La Moraleja.
Dirección: Estafeta 2, Plaza de la Fuente.
Teléfono: 91 650 29 32.
Precio medio: menús degustación de 100 y 60€ + IVA. (bebidas no incluidas)
Carta: varía bastante (puedes elegir medias raciones) promedio son 65€ por cabeza.
Primera impresión: Lo mejor es que, como a los buenos amantes, el paso del tiempo le ha conferido a la cocina una cierta mesura, y han ganado en profundidad, dándole un tono cada vez más personal y secreto.

Cuando llegué a Enrich con su ambiente sobrio y relajante, recordé porqué me había sentido tan a gusto en mis primeras visitas. Cada detalle de gusto exquisito, la atención inmejorable y una carta de temporada con la que la boca se me hizo agua. De aperitivo: copita de fabes con infusión de perrichico y aroma a tierra (para mi recién llovida) que me resultó un poco rara… temí que las exigencias de la moda hubieran introducido excentricidad en la cocina de este chef, que inició su andadura en el 2006, con cocina clásica y toques personales bastante equilibrados. Para comenzar, carpaccio de cigalas en dos texturas con helado de aceite de oliva y caviar francés que sorprendía por su intenso sabor. La combinación de ingredientes era armónica y ninguno alcanzaba a eclipsar las sutilezas de sus acompañantes. Después arroz meloso con ostras, Albariño y trufa negra. Muy aromático. Mar y tierra abrazados por la alegría frutal del Albariño, en un lecho de grano en su punto…
Por: Lila Ortega

CRÓNICA COMPLETA

La decoración de Enrich es apacible: Techos altos, grandes espejos, lámparas descomunales (de gusto exquisito), cristaleras de suelo a techo y sillas comodísimas, como de palacete veneciano, con tapicerías en marfil y negro de una elegancia discreta y acogedora. Al revisar la nueva carta de temporada la boca se me hizo agua. Mi acompañante, de visita en Madrid por pocos días, aplaudió mi decisión de enseñarle este local tan fashion. De aperitivo: copita de fabes con infusión de perrichico y aroma a tierra (para mi recién llovida) que me resultó un poco rara… temí que las exigencias de la moda hubieran introducido excentricidad en la cocina de este chef, que inició su andadura el año anterior, con cocina clásica y toques personales bastante equilibrados. Para comenzar, tomamos carpaccio de cigalas en dos texturas con helado de aceite de oliva y caviar francés que sorprendía por su intenso sabor. La combinación de ingredientes era armónica y ninguno alcanzaba a eclipsar las sutilezas de sus acompañantes. Después arroz meloso con ostras, Albariño y trufa negra. Muy aromático. Mar y tierra abrazados por la alegría frutal del Albariño, en un lecho de grano en su punto. Al poco tiempo, y como en las bodas de Caná, un plato aún más espectacular que los primeros: espardeñas con setas de primavera y alcachofas, una experiencia deliciosa porque sus variadísimas texturas y sabores silvestres, jugaban con tu percepción como un gatito con su ovillo de lana. A nuestro lado, cuatro chicos orientales de alto standing se deleitaban con la carta de vinos, que ostenta piezas interesantes. Para continuar el periplo de lujo gastronómico, una piecita de rape (jugoso y tierno) con mojo picón, patata morada y tuétano. Nuevamente el equilibrio dio identidad a un plato que me llegó como una bofetada de recuerdos. Para cerrar, jarrete de ternera con su reducción de tuétanos y vino tinto, acompañado de puré de boniato y hongos (suavísimo) que daba reposo a un plato intenso. De postre una impecable tabla de quesos españoles con sus acompañamientos: tetilla con membrillo, idiazabal con rebozuelos, torta del casar con jalea de tomillo, cabra del Tietar con pan de higos, la peral asturiano con gelatina de sidra… aplaudí la soltura y la evolución de este chef, que comenzó con buen pie sin dejarse deslumbrar por el éxito. Nos quedamos allí, tomando té rojo y disfrutando de un ambiente sereno, perfecto para una sobremesa memorable. Mi amiga declaró su amor por Enrich. Yo también.
Por: Lila Ortega


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