Ciudad: Barcelona.
Dirección: Av Meridiana, 2 (donde termina el parque de la ciudadela)
Esta es la crónica, tardía, de un festín que tuvo lugar el viernes 13 de mayo. La tardanza: la fotografa estaba indispuesta y no quería publicar sin las imágenes. Es buenísima y quería esperar sus buenas artes. Gracias Celina!
La ocasión una locura de las muchas locuras deliciosas que le gusta montar a Paco Guzmán en su Restaurante Santa. En esta ocasión un intercambio cultural/gastronómico con dos chefs de enmarcar jajaja si como una medalla… Un par de irlandeses Paul Lewis y Frank O´Connell creativos y divertidísimos que nos hicieron comer como posesos y a mi, sin exagerar, también llorar pues con algunos platos casi se me saltan las lágrimas…
Sabores y texturas novedosos pero no disruptores en platos de toda la vida… Guiños creativos con un respeto por el producto que no podía ser mejor, pues eran productos artesanales irlandeses de una calidad llamativa. Como estos irlandeses divertidos y creativos tienen esa vena especial pues hicieron migas con Paco que es también pura diversión y han conseguido una fiesta inmejorable con buen ambiente (la música era una pasada) y cocina emocionante.
Primero un par de Ostras fresquísimas y jugosas, con un toque sutil de lima, muy poco de modo que no alteraba los matices de la deliciosa carne y un poquito de cebollino, también sorprendente por la poca capacidad disruptiva… acompañadas con un chupito de cerveza negra Beamish que estaba exquisita. Buen, buen, buenísimo comienzo.
Haloumi irlandés frito con puré de berenjenas, pistachos, granadas y pan plano, que es una receta original de chipre pero que se prepara en Irlanda pues el queso Haloumi (de oveja generalmente aunque puede ser de vaca) es super adecuado para fritar porque tiene una textura firme, poco aguado, que resulta deliciosa… No sé explicar la sensación tan integral del bocado de queso (que no estira al fritarlo ni pierde agua) con la salsa de berenjena , frutos secos y fruta que lo adornaba. Con este plato entendí porqué Paul y Frank afirman que hacen COMIDA SEXI. Es irrefutablemente cierto.
Después un platito con un Kofta de venado, una hamburguesita de Carne picada de venado con especias, acompañada de col irlandesa de temporada con salsa raita y chilli… que era una sinfonía… las especias de la carne con la ligereza del yogurt de la salsa raita y la col que es mucho más aromática y ligera que las coles que conozco (casi dulce como si la hubiesen confitado mucho tiempo… ) combinaban a la perfección. Un plato multicultural, como todos los que probamos esa noche, que nos enseña cuan importante es el mestizaje en la cultura… El resultado es maravilloso y estos chicos son expertos expresando su apertura hacia el mundo.
Seguimos con un plato, enorme, de Estofado de conejo con nabo blanco, zanahoria y cebada, era uno de esos guisos que ameritarían un último pensamiento antes de morir… Os sonará exagerado a quienes no me conocéis pero sé que cuando yo esté en ese trance, echaré de menos mis platos favoritos, pues comer para mi ha sido siempre expresión del goce de la vida y este plato es de los que se quedan, pues a pesar de los sabores caseros, casi cotidianos, tenia un noséqué que lo hacía inolvidable… Memoria afectiva, salsas en chupchup, sabores de abuelas amorosas.
A estas alturas ya era SUFICIENTE comida, pero hay que ver a estos tres personajes exuberantes y generosos divirtiéndose en la cocina para saber que la fiesta continuaría con más cosas y todas a mejor, como en las bodas de caná. Llegó un platito de Orzo a la puttanesca, con brócoli morado de Cork, con fritura Siciliana y queso de oveja curado de Knocklara, un plato suave y lleno de matices, la textura al dente de la pasta con forma de arroz, las verduras crujientes, el pesto con trozos de albahaca y nuez triturados poco, con tropezones agradables y el tono denso y fuerte del queso que solamente aparecía de vez en cuando para recordarnos que existe pero sin dominar… Un festival de texturas, sabores, hierbas… pero con buen ritmo, nada de giros inesperados y tropiezos, como una danza ejecutada por maestros…
Ya estaba que no podia más, pero faltaba uno de los platos más espectaculares si, más, de la noche: Filete de carne irlandesa O´Mahonys con chimichurri, patatas y salsa al vino que me hizo aceptar mi condición de carnivora irredenta. La carne tierna y muy poco hecha acompañada de un picadillo que más que chimichurri parecía pico de gallo porque era más fresco y menos aceitoso que el chimichurri, con tomate, cilantro, cebolla. A ese SOBERBIO pedazo de carne jugosa y tierna lo acompañaban las patatas más exquisitas del mundo, sofritas en grasa de pato, con almidón suficiente para darles una textura irrepetible y con los azúcares tostaditos en la superficie como una piel o un abrigo especial que marcaba diferentes texturas… algo tan sabroso y completo y eran solo patatas, sencillas y sin ornamentos, patatas increíbles.
Y el postre… ay el postre!!!
Nata montada, fresca y deliciosa, helado de finísima vainilla, frutos rojos, chocolate negro en trozos contundentes, negrisimo, y fresas heladas… en un vasito que aunque no lo parezca resultaba ligero, refrescante, como una nota de contralto (no soprano) en una opera de tenores…
Aún cuando han pasado ya dos semanas sigo salivando al recordar cada plato y doy gracias a la locura generosa del chef del restaurante Santa, Paco Guzman, por sus ideas y su curiosidad, su sentido de la cocina y de la fiesta… porque muero por repetir otro zarao en el SANTA.
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