Cocina de autor,  Estrellas Michelín,  Excelente relación calidad/precio,  Restaurantes Barcelona: Favoritos,  Restaurantes en Barcelona

LOIDI

Ciudad: Barcelona
Dirección: Mallorca, 248.
Teléfono: 93 492 92 92.
Precio medio: 37€ sin vino.

Dirigido por Martín Berasategui, este local es una alternativa asequible para aprender de primera mano por qué este chef es un tres estrellas.

Llegué a comer a medio día con las expectativas altas. Al fin, una carta firmada por Berasategui en el que no tendría que dejarme la nómina. El local es un espacio cuadrado con mesas y sillas en tonos piedra, madera de haya y lámparas modernas, que se clonan en innumerables locales de la ciudad. Una estética serena y amable muy típica en los hoteles de las características del Condes de Barcelona. Detrás de la sala principal un espacio pequeño con techo de cristal en el que quedaban vestigios de una obra sin terminar. El ambiente excesivamente ruidoso y variopinto con ejecutivos en comida de trabajo, compañeros de oficina, una pareja de la tercera edad, él con pinta de escritor tardío, ella rubia platino y vestida de joyas como un escaparate y su hija treintañera dejándose mimar. En la carta dos alternativas de menú: el de 32€ + IVA que ofrecía 4 platos y que no incluye las bebidas y otro un poco más extenso de 40€ + IVA. Todo lo que comí estaba bien. No parecía una de estas sucursales en las que el maestro de turno sólo pone la firma… Hay un excelente cuidado de los puntos de cocción, temperaturas y condimentos, como si el chef realmente estuviera en los fogones. Cada bocado me sorprendió y estimuló… La comida me pareció como una sesión de buen sexo con los ojos vendados.

Elegí el menú de 32€. Para comenzar, verduras estofadas en ración discreta (son cuatro platos) muy caldosas con fondo sustancioso, que perduraba en el paladar: zanahoria, guisante, cebolla tierna, judía, cardo, calabacín y espárrago con leves trocitos de buen jamón. Una incursión exquisita por la huerta más casera. Después a muy buen tiempo: romesquet de rape, en cocción sencilla como un marmitako, con patatas y habitas. El punto del pescado inmejorable. No parece que el maestro sólo haya puesto la firma para este proyecto. Hay un excelente cuidado de los puntos, temperaturas y condimentos, como si el chef realmente estuviera en los fogones, a diferencia de otras lamentables sucursales en las que brilla sólo el nombre del mago de turno. Mis vecinos de mesa no tuvieron tanta suerte con el servicio, pues a pesar de llegar al mismo tiempo que yo, no habían recibido su aperitivo y yo iba por el segundo plato. De tercero, carrillera de ternera, tierna y aromática, que puso a trabajar todos mis sentidos. La reducción de sus jugos que estaba muy intensa se atenuaba por un casi líquido puré de patata. Puro ying / yang. Para terminan un postre irrenunciable: crema catalana en espuma con helado de cítricos, y una leve estela de canela. Aparecían sensaciones nuevas con cada bocado: el tacto delicado de la espuma, el punto amargo de los cítricos, el ácido de la fruta de la pasión, la sorpresa del trozo de bizcocho… Parecía una sesión de buen sexo con los ojos vendados.

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