Tengo unos amigos entrañables que son vegetarianos, pero más que eso. Boris ha dedicado sus últimos años a aprender y a compartir sus experiencias con la alimentación saludable con todos, en su interesante blog el poder del alimento, que se llama como su primer libro, que podéis adquirir Aquí . Han venido a visitarme durante un fin de semana y como en otras ocasiones hice deliciosas incursiones en la cocina saludable de la ciudad condal. El balance de este fin de semana tan productivo tanto emocional como físicamente es francamente bueno. Siempre que estamos juntos visitamos con asiduidad el Mosquito que es uno de los restaurantes de mi top 3 en Barcelona porque su oferta vegetariana es amplia variada y deliciosa. Ocupa este puesto preferente porque además de ligero y saludable su precio es tan accesible que nunca tengo que pensármelo para ir a comer o cenar. Les llevé al OhBo, que se luce por su oferta variada y y su decoración agradable. Después hicimos descubrimientos, pero voy a empezar con Teresa Carles, que aunque lleva años funcionando en la calle Jovellanos para mi fue novedad absoluta. He pasado muchas veces por su sala, he mirado el interior, he «sabido» que estaba allí y me molesta no haber entrado antes.
Lo primero es que la carta es larguísima y variada, con platos apetitosos y divertidos y lo que es mejor, con un ambiente agradable y vivo. El Teresa Carles estaba lleno un domingo por la noche, y con gente de todas las edades y estilos. No se vosotros pero a mi a veces sólo pensar en la cocina vegetariana me lleva al temor alrededor de un cierto fundamentalismo que conquista a muchos practicantes… Eso incluye una estética un poco frugal y una actitud de médico severo. Pero aquí en Teresa Carles, la cocina no es sólo para disciplinados yoguis, es para todos y es deliciosa (excelente para comer con niños) por lo que os recomiendo reservar. Había platos para veganos también y todo con una pinta estupenda.
Para comenzar pedimos una ensalada de Kale con una vinagreta levemente picante y ahumada (aceite de oliva, lima, sal de ajo y cebolla, ágave, cayena y chipotle) algunos trozos de aguacate y tomatitos cherry. Nos la comimos entre exclamaciones. El Kale con sus hojas firmes y rugosas, que me hace pensar en la piel de un dragón, produce una sensación muy agradable de estar masticando algo contundente y lleno de clorofila, el aguacate le hace un contrapunto sedoso, los jugos del tomate aportan frescura y humedad. Cada bocado parece una puesta en escena de la bella y la bestia.
También pedimos unas croquetas de calabaza y gorgonzola y algunas de alcachofa, que estaban correctas pero nada especiales. Difícil hallar una croqueta buena prescindiendo de la mantequilla o la bechamel.
Los segundos eran todos platos coloristas, poco fotogénicos eso si, frescos, sin la estética tristona a la que me tenían acostumbrada muchos de los restaurantes vegetarianos que he visitado.
Yo pedí el Red Devi Raviolo: Raviolis de pasta integral, demasiado gruesa y poco flexible, de remolacha rellenos de queso de cabra, sobre unas torres de berenjena al horno y salsa de ¿puerros? lo pone en la carta pero era una salsa de remolacha con un sabor discreto y resultado ligero que contribuye a darle humedad a la pasta. Un poco decepcionante.
Mi amiga tomo un milhojas de berenjenas que estaba perfecto. Con setas, salsa de tomate y queso edam. Me gustó el equilibrio del ácido del tomate, el pesto y las verduras. Para repetir.
También probamos otro plato estrella las albóndigas de Quorn (una proteína vegetal que se obtiene de un hongo, no es sabroso pero aporta proteínas de alta calidad) y boletus acompañadas con rabas de coco tierno (que parecían calamar por su aspecto) de sabor sutil, levemente dulce, sobre un fondo oscuro y aromático que podría haber sido de carne y setas. Delicioso.
Por último arroz negro de setas, algas marinas, alcachofa y alioli, con un sabor intenso que requería eso si de un poco de alioli para darle contundencia pero que estaba francamente bien.
Los postres no parecían de restaurante saludable: un crumble de manzanas perfecto por el caramelo de la manzana y el agrio del final y la firmeza y el crocante vivaz de la granola.
Y chocolate para veganos, con harina de arroz y una mousse de chocolate con tofu. Nadie lo diría, apasionante.