En una de mis incursiones por las tiendas gourmet (en este caso Aquafreda , en Madrid, calle Maldonado, 15) encontré una variedad enorme de galletitas de la fábrica inglesa, The Fine Cheese Co.
Las cajas primorosas con sus colores y tipografías influyeron en mi deseo de compra, sin duda, pero lo que más me atrajo fué la información que proporcionan directamente en la caja: hay una verisón de galletita para cada tipo de queso. Si antes tenía problemas para maridar los quesos, ellos me resolvieron perfectamente el problema.
Compré tres paquetes:
Galletas de avena con mostaza y pimienta negra, que recomiendan para acompañar el queso Cheddar maduro y que me resultaron excesivamente picantes, pero va en gustos pues algunos de mis amigos disfrutaron con su intensidad. Yo las acompañé con un vulgar queso filadelfia (lo siento pero así fue, y me gustaron mucho más porque el cotidiano queso atenuó la fogosidad de la galleta, que estaba, eso si, perfumada y crujiente)
El segundo paquete fue de galletas de trigo con cebollino, perfectas para el untuoso queso Brie. Delicioso. La combinación de sabores era armónica pues cada cosa conservaba su individualidad pero cambiaba en contacto con el otro, como una pareja bien avenida. Con la asiduidad con la que mis 8 invitados visitaban ésta bandeja temí quedarme corta pues el paquete trae 150gm de galletas es decir unas 32. No fue el caso. La cantidad de quesos y galletitas resultó más que suficiente.
Por último: Las galletas de aceite de oliva virgen extra con sal marina, recomendadas para acompañar un buen parmesano y que extendí a quesos un manchego bien curado… Impresionante. Las galletas daban untuosidad y acompañaban con firmeza como los buenos bailarines que guían sin empujar.
Pero ojo, después de una semana las galletas que sobraron y que guardé en su paquete, estaban mucho menos crujientes. supongo que les va bien una conservación al vacío, pero lo mejor es comerlas en los dos días siguientes o de una sentada… Al fin y al cabo, no es una misión difícil.