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La Taverna Del Suculent

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Como reza su presentación: En La Taverna del Suculent, que funciona como asociación cultural gastronómica hallarás «Cocina clásica para canallas modernos» Es cierto.

Cuando decidimos ir, lo hacíamos con la certeza de que comeríamos bien, pues Carles Abellan es ultra cuidadoso con todos sus proyectos. Lo que no esperábamos es que el disfrute de la experiencia en la barra un domingo a medio día fuera ser tan completo.

Llegamos a las 3 de la tarde  y no había mucha gente, una pareja de veintimuchos a nuestro lado, un par de chicos por los 30 más allá y poco más, sin embargo, el espíritu del local y de su origen aleteaba en todo momento. Como es mi tendencia busqué el rincón más alejado en la barra y el tabernero, divertido nos reconvino: sentaros aquí cerca de mi. Ni modo, no sabíamos que iba a comenzar un baile con un director de escena joven pero muy experimentado. Simpatía y buenas recomendaciones a manos llenas y un estar fresco como de «sois parte de esto desde siempre»

Lo primero fue oír cantar los platos fuera de carta y ante cada uno mi amiga y yo abríamos los ojos indicando a la otra «eso quiero…» Al ver la aptitud me gusta todo, el anfitrión nos pregunto si queríamos consejo y entre uno y otras decidimos los platillos que resultaron exquisitos.

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Pedimos tomatitos: uno para cada una, fresco dulsísimo, frío, relleno de una olivada suave y poco temperamental (perfecta) con una anchoa gorda y jugosa, poco salada, coronando la mezcla. No estaba en la carta pero si tenéis ocasión de pedirlos cuando vayáis no lo dudéis. Es un abrebocas festivo y fresco, como una bailadora de alegrías.

Después Cazón, con sus toques de piel de limón y su rebozado perfecto, abrigando el pescado jugoso y poco estridente.

Y ya puestos en vena andaluza, pedimos las tortillitas de camarón, que finísimas y crujientes nos invitaban a más.

Si hasta aquí ya estábamos rendidas al buen hacer de los cocineros, cuando llegó el arroz de montaña con conejo y butifarra negra nos sentimos en las bodas de Caná cuando Jesús sirve el mejor vino a finales de la fiesta. Unos bocados, pocos lamentablemente, de un arroz meloso e intenso con algunos granos tostaditos y con el sabor del conejo, tierno y jugoso, impregnándolo todo. Un plato imprescindible.

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Seguimos con la coca en pan de cristal con cebolla confitada y sardina fresca que no me encantó como el resto de platos, la cebollita demasiado dulce y mucha cantidad (comí un poco aparte para equilibrar) y la lámina de pan de cristal demasiado fina, casi dura, no me gustaron mucho (aunque la sardinita fresca era jugosa y tierna)

Por último otro platillo memorable: las albóndigas de cerdo y sepia con un puré de coliflor denso y untuoso y un picadillo de setas Shitake y trompetas de la muerte que hacían un equipo excepcional: las albóndigas de textura suave sintetizaban los dos sabores del mar y de la montaña perfectamente, otro de los platos infaltables.

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Por ultimo un «carajillo» de crema de chocolate con crocante de café que parecía de terciopelo, lo acompañamos con un moscato de Huelva que le hacia un mágico contrapunto.

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En La Taverna del Suculent la vocación cercana y de juerga, se complementa con una cocina con mayúsculas. Los vinos y cervezas «a granel» y los platillos clásicos con su toque de autor. Una mezcla actual y divertida. Tenéis que ir.

La cuenta: 62€ dos personas, con 3 copas de vino, un moscato y dos claras.

Ficha:

Ciudad: Barcelona
Dirección: Rambla del Raval, 39
Teléfono: 93 329 97 07.
Precio medio: 35€ por persona

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