Cuando me invitaron a conocer el CBC Casanova Beach Club en Casteldefels pensé en un sitio chulo (había visto las fotos de la página web) en el que el ambiente es la principal baza y la comida actúa como el acompañamiento de un espectáculo de luces. Afortunadamente me equivocaba. Este rincón ibicenco a 20 minutos de Barcelona es además una pequeña joya gastronómica en el que la cocina tiene tanto protagonismo como las preciosas vistas al mar, los grandes ventanales, la vajilla de diseño y la gente guapa que lo visita.
Lo primero que recuerdo de ayer, cuando lo visité es la sensación de calidez al bajar del coche, con apenas una blusa, pues la chaqueta me sobraba, sentí de repente que estaba en unas mini vacaciones, sensación que se multiplicó al pasar por el caminito que me dirigía al restaurante, lleno de palmeras y verde como si hubiese entrado en un oasis.
La sala luminosa y agradable con mesas contundentes de madera clara y rústica, amplios espacios, sillas comodísimas y vistas bellas hicieron el resto. El servicio amable y profesional te hace sentir que has adentrado en un lugar destinado a tu placer.
Aunque durante las noches hay espectáculos y mucho movimiento, quise probar los platos al medio día y la verdad que siento que fue una elección perfecta, ver el mar desde tu mesa siempre es un placer nuevo. Ahora me he quedado con las ganas de ir de noche y disfrutar de las dos versiones de este lugar precioso.
En la sala una mesa de 6 mujeres por los treinta y pocos, guapas y bien puestas conversaban animadamente, más allá en otra mesa tres señoras por los 50 y a mi izquierda dos amigos no demasiado jóvenes (uno de ellos entrando a los 40) pero como si lo fueran pues eran guapos y modernos, vestidos como de revista, mesas de dos y de tres, gente joven pero no demasiado. Heterogéneo.
La carta con 50 platos y 50 vinos te lleva de paseo por tres tipos de cocina distinta: Mediterránea, Asiática y Brasa, y es una invitación a probar de todo. Además de la carta, que es tentadora al máximo, tienen un menú del día con 3 aperitivos (que probé) y para elegir entre 5 primeros, 5 segundos y 4 postres, bebida y pan incluidos a 18.50€ que parecía muy correcto. Después de comer, supe que el menú no solo es correcto, es ideal! Comer a ese precio con la calidad de la casa es realmente una oportunidad.
Para comenzar un aperitivo: Buñuelo de bacalao bien dorado, crujiente, mullido con un sabor intenso; un rollito vietnamita con su salsa de cilantro y lima que da frescura a la boca y sensación de ligereza para abrir y un chupito de crema de berenjena con queso de cabra que estaba suave, ahumada y tibia y sentaba perfecto al estómago.
Después me decanté por platos asiáticos porque son mi perdición, el primero este ceviche de pescado blanco, mango, aguacate y trozos pequeños y perfectamente medidos de naranja que componían un plato super fresco, sabroso, muy equilibrado y poco calórico además!
La intensidad del ceviche me pareció perfecta, ni demasiado cítrico ni demasiado picante y la carne en su punto exacto de «cocción» por el marinado.
Para continuar un juego visual, olfativo, manual… el Shabu-shabu de ternera Nebrasca, con setas, enoki, fideos de arroz, zanahoria y calabacín. La impecable versión japonesa del Hot pot chino, en el que el caldo caliente en su brasero sirve de base para disfrutar de los vegetales y las carnes crudas, que se mojan con el caldo, dándole una levísima cocción. No puedo explicaros suficientemente las sensaciones que despertó en mi ese caldito suave pero intenso, con ese toque dulzón y de soja que lo contenía. La ternera tan bien cortada y con la grasa bien entreverada era un carpaccio divino que con sal Maldon y aceite ya tenía su cuota para subirte al cielo. El Shabu-shabu es uno de esos platos imprescindibles que se convierte en una actividad social, pues es perfecto para compartir, comer despacio y disfrutar del clima que se produce cuando compartes manteles y platos bien hechos. Perfecto.
Para terminar un chesecake invertido, con la crema de mascarpone fresca, densa y untuosa con crumble de galleta crujiente y frescos frutos rojos, jugosos e intensos que componían un plato tan bonito como el paisaje que tenía frente a mi.
Además probé el maki de foie de uno de mis acompañantes y ya se cual es mi próxima asignatura en Casanova Beach Club pero también quiero probar el Pulpo a la brasa con trinxat de patata al Sam Jang y la Ensalada de Vieira, enoki y espárrago Verde… y el Revoltillo de Rovellons y Llanega negra con butifarra… y… y… y… Son 50!
Casanova Beach Club es más , mucho más, de lo que el nombre promete.
FICHA:
Ciudad:Castelldefels, Barcelona.
Dirección:Paseo Marítimo, 297 CP:08860
Teléfono: 93 665 70 95 – 672 728 192
Precio medio: entre 30 y 35€ por cabeza sin vino (hay un menú del día de 18.50€ perfecto)