Tenía muchas ganas de pasar una velada en La Monroe. Había oído buenas recomendaciones de cinéfilos que pasan tiempo en la filmoteca de Catalunya y me sentía tentada por el alegre bullicio que se vive en la plaza durante las tardes de verano.
Al llegar me emocionó ver los platitos hondos de cerámica con lo que prometían ser las patatas más exquisitas del mundo, redonditas, pequeñas y doradas con salsa rosa por encima. Me senté ya con una petición en mente.
En las mesas principalmente gente joven con aspecto informal y agradable, algunos universitarios, algunos con aspecto de intelectual con sus libros y su «estar» solos en algunas mesas (que tienen el encanto de poder compartirse, como en una gran familia) también algunas parejas jóvenes con niños y algún grupo de amigos de más de 40: rastas, pantalones anchos, calvas, barbas y bolsos de marca: todo mezclado y prometedor.
Pedí una clara y mi acompañante un zumo de melocotón y nos sentamos en el sofá, al extremo de la sala. Todo muy berlinés, muy cosmopolita.
La carta variada con bocadillos, platos de picar, pastas o ñoquis, algunas verduras, postres caseros. Una carta que hace honor al barrio en el que habita, llena de guiños multiculturales.
Para estar a tono además de las papitas, pedimos el variado de Hummus y patés y una ensalada grande con mozarella y verdes.
Llegaron las ansiadas papitas y estaban solamente correctas, pequeñas patatas nuevas bien doradas pero de textura menos amable de lo que esperaba, yo vengo de tierra de patatas y creo que en mi imaginario esta visión me llevó a las papas criollas amarillas y terrosas que en España no se consiguen. La firmeza de la papa de La Monroe me sorrpendió un poco negativamente, pero veo que gustan mucho y la gente las pide casi en cada mesa.
El variado de hummus y patés venía con un cestito de picos tradicionales. El plato fue realmente decepcionante: no habia hummus (crema de garbanzos con tahine y limón) sino unas cremas bastante ligeras de textura: la de boletus, de buen sabor pero de consistencia de mayonesa de setas sin cuerpo. La segunda era otra pasta o especie de puré firme y espeso, verde como de perejil y rúcula, de sabor difícil para mi y poco amable para untar en los picos y una versión ligera del paté de hígado de cerdo de toda la vida, pero en versión cremosa que resultaba muy poco agradable con el calor, demasiado denso el sabor para una textura tan etérea. Aclaro que mi imaginación gastronómica me juega malas pasadas y cuando oigo paté en un restaurante imagino una tajada de una terrina firme y con cuerpo, que se esparce en una tostada de pan de payes o si acaso un medallón de mousse más firme.
La ensalada con un mezclum de lechugas, cebolla y tomatitos cherry estaba coronada por una ración grande de mozzarella cremosa muy agradable en textura y con un poco de crema de balsamico, que a mí no me entusiasmo demasiado, pero que nos comimos completa (a diferencia de los patés que se quedaron en la mesa).
Me pareció un ambiente impresionante, la gente parecía sentirse en casa y la alegría y el buen rollo eran los anfitriones pero creo que, por lo menos lo que yo comí, la comida necesita ajustes importantes. Lo recomiendo para ir a tomar algunas copas (muy baratitos el vermú y la clara). Volveré a probar sus platos para ver si cambio mi impresión sobre su cocina que esta en manos de una chef muy bien reconocida en el sector por llevar su restaurante Las Fernández con mucho éxito y montones de clientes satisfechos.
Ficha:
Ciudad: Barcelona.
Dirección: C/ Plaça Salvador Seguí 1-9. 08001.
Teléfono: 934 419 461
Aquí os dejo las criticas de Tripadvisor de las que disiento en términos generales pues yo le daría una nota de Normal. Tres círculos máximo, por el momento.