Ciudad: Barcelona
Dirección: Mercat de la Boquería.
Días de cierre: Domingos y festivos.
Precio medio: 13€.
Primera Impresión: Cocina sin complicaciones, en la que la materia prima es de altísima calidad y los puntos de cocción perfectos. Todo este lujo a muy bajo precio.
Todos hemos visto el kiosco universal asestado de currantes y de guiris cuando vamos a comprar a la Boquería, alguno de nosotros ha oído comentarios acerca de lo bien que se come en las paradas y muchos hemos picado un bocadillo o unos calamarcitos en el bar pinocho… pues bien, durante años me conformé con este saber, ese saber teórico que tenemos los habitantes de las grandes ciudades. Pero un medio día, después de una noche de marcha con mis amigos franceses y una resaca de buen vino, fuimos a caminar por la rambla y entramos, como no, a la Boquería. Al bordear el Kiosco, para ver las columnas que sostienen el mercado, percibimos el chisporroteo de los pescados frescos en la plancha y el color atractivo de una parrillada de verduras que servían a un chico guapo parecido a Sting. Nos miramos todos entre las brumas del trasnocho y sin decir palabra nos acomodamos en dos de las minúsculas mesitas que por ser tan prontito no estaban atestadas, como siempre. En este lugar rústico y campechano, los camareros hablan a gritos y los comensales esperan hasta una hora para comer. ¿Cual es el encanto? Un menú del día con muchas opciones. De primero: verduritas a la plancha bañadas en aceite de oliva y muy bien marinadas (setas, pimientos rojo y verde, espárragos, berenjena y alcachofa) y menestra de verduras, jugosa e intensa con toques de patata: muy sabrosa o ensalada: fresca, crujiente como recién salida de la huerta o el variado de setas, o los macarrones caseros… A nuestro lado tres italianos, con un perro, terminaban el café. La ambientación, de enloquecerse, a cargo de un rumano que aporreaba la “vie en rose” al acordeón. De segundos, casi todos los peces del mediterráneo y un variado de mariscos que incluye navajas fresquísimas y gambas. pedimos rape: que sirvieron entero con buen sabor y en su punto de cocción, evitando la dureza de éste pez cuando está demasiado hecho, de aspecto poco atractivo como debe ser, pues nada más feo que un rape; también Lubina deliciosa y en su punto, un gallo que no tenía nada que envidiar a los mejores lenguados del barrio del mediterráneo y exquisito, mero a la plancha, de aspecto brillante, sedoso y firme que se deshacía en mi boca, acompañados de patatas fritas y bañados en aceite de buena calidad. En ocasiones, la costumbre nos vela la mirada. Recuperaré el tiempo perdido. Os recomiendo que lo hagáis. Para más seguridad llegad a la una. Vale la pena.