Ciudad: Madrid.
Dirección: Avenida Juan De Herrera, 2
Teléfono: 91 549 00 41.
Cocina: Vasca.
Precio Medio: 60€ (sin vino)
No fumadores.
El local sobrio de techos altos y muros recubiertos de visos de plata con lámparas a juego destila estilo… La cocina vasca de altísima calidad, con toques vanguardistas y la atención exquisita nos enseñan que éste es un lugar para iniciados. Para comenzar pedimos terrina de foie caramelizada con Pedro Ximénez en un trozo compacto y tierno a la vez, de sabor puro y contundente. Una entrada digna de aplauso. A buen tiempo, llegó un platito de carabineros, con su caldo, patata confitada y galleta crujiente (hecha con la piel del crustáceo) que me pareció un poco pequeña (objetivamente hablando) percepción que se agravaba por la exquisitez de la propuesta y la avidez de mis papilas y para cerrar cocochas al pil pil capaces de arrancarnos gemidos de placer…
Quedamos en Bokado- me gritó desde la ventanilla del coche la amiga que no veía hace más de un lustro… fue como si no pudiera concebir que no lo conociera. Al llegar, en un día soleado de finales de abril, supe que Paz seguía siendo la misma, una bon vivant irredenta, incumplida y con un olfato innegable para el estilo. Mientras esperaba su llegada me senté en la terraza. No se podía estar mejor. La temperatura ideal, las sillas cómodas y el jardín frondoso, me hacían sentir como Ana, la del rey de Siam. Llegó mi acompañante y entramos. El local era sobrio con techos altos y muros recubiertos de visos de plata, lámparas de pié elegantes con caperuzas plateadas, tapicerías en tonos Burdeos y un ambiente casi frío, como de loft futurista que me encantó. Vi comensales que parecían parte imprescindible de un escenario que irradiaba modernidad: chicos con impecables trajes de Armani, uno de ellos con media melena y barba de un par de días –guapísimo- acompañados de una mujer con el pelo recogido como una bailarina del Bolshoi, parejas vestidas de forma actual y mujeres ejecutivas en reunión de trabajo. La carta coherente y deliciosa en la que destacaban los mejores ingredientes de la cocina vasca con notas vanguardistas. Para comenzar pedimos terrina de foie caramelizada con Pedro Ximénez en un trozo compacto y tierno a la vez, de sabor puro y contundente. Una entrada digna de aplauso. A muy buen tiempo, llegó un platito de carabineros, con su caldo, patata confitada y galleta crujiente (hecha con la piel del crustáceo) que me pareció un poco pequeña (objetivamente hablando) percepción que se agravaba por la exquisitez de la propuesta y la avidez de mis papilas. Intenté consolarme con la retahíla de la nueva cocina: “a veces es mejor quedar con ganas de un plato que saturar al paladar” más si aun esperas continuar con el plato fuerte y el postre. Así que resignada esperé con paciencia las clásicas cocochas de merluza al pil pil, que en su ternura eran capaces de arrebatar exclamaciones y sacarnos de las historias increíbles del último viaje de mi amiga trotamundos. La salsa persistente pero suave, impregnaba cada bocado de forma impresionante. Con disimulo, mojé mi pan con los restos de la salsa, mientras apuraba el último sorbo de una copa de buen vino. Para cerrar, helado de cáscara de naranja amarga con helado de vainilla, más suave de lo esperado, casi inocuo, aunque refrescante. Confirmé mi primera impresión, mi amiga Paz no ha desechado los excesos de sibarita. Yo tampoco.