Ciudad: Madrid.
Dirección: Caballero de Gracia, 11.
Teléfono: 91 523 78 50.
Cocina: mediterránea y japonesa.
Precio Medio: 28€ sin vino.
Ayer comí en el nuevo restaurante del hotel De Las Letras en Madrid. Un local super guapo en plena Gran Vía con Caballero de Gracia (¿se puede ser más cosmopolita?). La decoración super trendy con algunos añadidos especiales como el acceso a los libros más variados, una zona de salón donde tomar café apoltronados en mullidos sofás, o el acceso a raciones pequeñitas de platos de la carta. Para completar el placer, una barra de sushi buenísima. La cocina de carta es muy apetitosa pero tiene que afinar los puntos de cocción pues en general se pasan un pelín. Sin embargo es un plan completo que vale la pena disfrutar. Sin duda te sentirás a gusto.
Absolutamente trendy, el restaurante del hotel de las letras es un ejemplo de modernidad. Lámparas de diseño, muros adornados con colores intensos pero equilibrados, estanterías de resina roja con libros variados, flores de campo en pequeños vasitos de cristal y detalles exclusivos en cada rincón. Mi amiga estaba sorprendida:
-Con la de veces que he pasado por la Gran Vía y no se me había ocurrido entrar- decía como en un lamento. Elegimos una mesa junto al gran ventanal. A nuestro lado un chico (parecido al de buscar a Wally) cantaba un aria a sus amigos para ilustrar la discusión coral que mantuvo con el director de su compañía. Mas allá un señor vestido de forma impecable, leía mientras saboreaba una ensalada colorista; en otra mesa, un par de chicas se tocaban las manos. Era como estar en una película de Woody Allen: cultura, modernidad, diseño, estética, todo en un espacio que parece concebido para estimularte. La carta con opciones variadas de platos mediterráneos con una idea peculiar: una serie de entrantes, una serie de acompañamientos y diferentes salsas. Tu trabajo será combinar elementos de cada sección para acompañar el plato principal (carnes o pescados). También tienen una carta única de cocina japonesa. Como no podía ser de otra manera pedí un poco de todo. Del japo, sushi, dos piezas por ración: toro, anguila, vieira y pulpo. El arroz perfectamente mezclado y en su punto, el corte de las carnes impecable. La anguila y el toro pasados por la plancha un par de segundos y con un levísimo sabor a carbón de encina. Quise pedir más, pero el trabajo es el trabajo y continué con la carta mediterránea: Ravioles de pato y foie, que no son de pasta al vapor sino fritos, servidos en un bol de caldo de carne y vino, muy sabrosos pero un poco excesivos. Mi amiga tomó la ensalada DL’s con varios tipos de lechuga, pollo ahumado, tomatitos cherry y vinagreta de miel: abundante y fresca. La consumió con rapidez y buen ánimo. De segundos, hamburguesa de salmón con salsa rouille de mostaza a la antigua, que carecía de personalidad, pues el salmón sobre cocido no tenía mayor encanto, acompañada de arroz salvaje (soplado como los cereales del desayuno y picante) y salteado de verduras. En cambio mis colitas de rape, estaban firmes y jugosas, con salsa de reducción de vino y hierbas, que acompañé con cremoso de quínoa y azafrán (un cereal andino que habitualmente tiene una textura más firme). De postre semifrío de yogurt con sopa de toffee, agradable y ligero, adecuado para cerrar, esta comida que resultó satisfactoria. Y nos dieron las cinco y media de la tarde…