Había sido una semana especialmente dura. Cirugía de mi pareja, toneladas de trabajo y un desencuentro/reencuentro intenso con mi hijo, que me habían movido absolutamente de mi zona de confort. Asistir al evento de entulinea de Weight Watchers era en parte una obligación y en parte una esperanza. Vería a muchos bloggers que sigo y admiro, disfrutaría de comida sana y deliciosa y participaría en actividades varias que sobre el papel ya tenían muy buena pinta. Mis expectativas se quedaron cortas. Para mi fue un remanso de paz, un día de alegría y de afecto y sobre todo una actividad que me dejó enseñanzas para la vida. La primera surge directamente de la…
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