Hoy, en el Hotel DoubleTree by Hilton, durante el coffee break del #TBEX Dublin, se ha cerrado un círculo que empezó hace diez años en Manaton, junto a Bovey Tracey, un pueblecito idílico perdido en el Parque Nacional de Dartmoor.
Aquellas vacaciones en Dartmoor, en un precioso cottage en Bovey Tracey, han quedado para siempre en nuestra memoria familiar. El círculo comenzó a dibujarse durante un increíble paseo por el campo (el countryside), plagado de encuentros con liebres y faisanes. Después de ascender por un estrecho sendero en el bosque de Wanford, accedimos a una explanada, verdísima, donde unas señoras inglesas (de esas que sólo existen en los pueblitos ingleses), preparaban el té de la tarde para beneficio de la organización benéfica local. Sólo llevábamos unas monedas, con las que pudimos comprar un té y dos escones, esponjosos pero con mucho cuerpo, y una clotted cream extraordinaria. Compartimos aquellos manjares, que con el tiempo se convirtieron en un mito familiar.
Muchas veces he vuelto a Inglaterra: Londres, Dartmoor, Exmoor, Cambridgeshire,… y he buscado ese scone, siempre en vano.
La última vez que visité la increíble región de Cumbria, con mi amiga Ivana (MyLittleThings), peregrinamos por varios Tea rooms en busca de la réplica mitificada, y tampoco…
Pero hoy esta búsqueda, sorprendentemente, ha terminado en la calle Upper Leeson de Dublín, con las inspiradoras palabras de Chip Conley todavía resonando en mi cabeza y en compañía de 600 bloggers de viajes… Porque los scones con que nos agasajaron, acompañados de clotted cream y mermelada, eran sencillamente perfectos. Esponjosos, firmes, con toques de arándano, poco azúcar y mucha magia… Supongo que ahora tendré otro scone mítico que perseguir en mis próximos viajes.
